martes, 24 de abril de 2012

CAPÍTULO 6


Bueno, antes que nada, me gustaría resaltar que en el examen de matemáticas saqué…¡¡UN 7!! , sí, lo sé, tampoco es que sea una nota buenísima, pero yo estoy orgulloso, y más sabiendo que es la mejor nota que he sacado desde que vengo al instituto. Mi profesor estaba muy sorprendido, tanto que contó los puntos del examen varias veces para asegurarse. Y todo se lo debo a Sofía. Cuando se lo conté se puso muy contenta, ella quiere ser profesora, y seguro que lo será, además una muy buena.
Me enteré por el Tuenti de que el cumpleaños de Sofía era el viernes siguiente. Era la oportunidad perfecta para darle las gracias por su ayuda en el examen y sobre todo para decirle lo que sentía por ella. Tenía que comprarle un regalo así que el lunes fui a una joyería que había cerca y le compré un colgante precioso, tenía forma de corazón y al abrirlo podías poner una foto. Sé lo que estáis pensando y…sí me costó la paga de todo el mes, pero siendo un regalo para Sofía no me importaba. Ahora solo necesitaba un lugar perfecto para darle el regalo y después de pensar un rato por fin di con él.
Quedé con Sofía para ir allí el viernes por la tarde con las bicis. Pero no le dije dónde íbamos, quería que fuera una sorpresa. Aquel lugar era muy especial para mí y esperaba que después de la tarde del viernes también lo fuera para ella.
Llegó el viernes, y a las 6:30 ya estábamos los dos en la puerta de mi casa listos para empezar la excursión. Pedaleamos durante unos veinticinco minutos porque estaba un poco lejos, pero la verdad es que el viaje se hizo ameno ya que íbamos hablando y contándonos chistes todo el tiempo. Llegamos y dejamos las bicis apoyadas en un gran árbol, donde las parejas escribían sus nombres, desee  poder escribir algún día mi nombre junto al de Sofía en aquel árbol. Le pedí a Sofía que cerrara los ojos y la cogí de las manos para guiarla hasta que llegamos cerca del borde del acantilado. La hierba verde se movía con la brisa, el mar azul se extendía por el horizonte mientras el sol empezaba a esconderse por detrás y en el cielo anaranjado no había ni una sola nube. La escena la culminaba la música de fondo que producían las olas al golpear contra las rocas del acantilado
Dejé a Sofía que abriera los ojos
-Oh…Álex, ¡¡Es precioso!!- dijo Sofía si perder detalle de la hermosa vista.
La verdad es que si que lo era. Aquel lugar me lo había enseñado mi hermana Laura cuando éramos pequeños. Creo que ésa fue una de las pocas cosas buenas que mi hermana había hecho por mí. Me encantaba aquel lugar, cada vez que estaba triste o necesitaba pensar iba allí.
Antes de que Sofía dijera algo más, me acerqué y le puse el colgante mientras le decía-Felicidades Sofía…
Se quedó atónita, mirando el colgante y después a mí.
-Gracias…pero no…
-Shhh-la corté dulcemente mientras ponía mi dedo sobre sus delicados labios-Te quiero, Sofía…
Nos quedamos mirándonos. Un segundo, dos, tres…Entonces empezamos a acercarnos lentamente hasta que nuestro labios se fundieron en un beso. No era mi primer beso, pero si fue el más intenso. Perdí la noción del tiempo y del espacio, solo estábamos yo y Sofía. Pero cuando menos lo esperaba Sofía cortó nuestro beso, apartándose lentamente. Me miró fijamente a los ojos y me dijo:
-Álex lo siento, también te quiero pero lo nuestro no puede funcionar, es por tu propio bien
Una lágrima caía por su mejilla. Se dio la vuelta y empezó andar hacia la bici. Quise correr detrás de ella, pedirle una explicación pero no podía moverme, mis piernas no respondían. Sus palabras me habían dejado petrificado. Lo único que pude hacer fue quedarme allí, de pie, observando cómo la persona a la que más amaba de éste mundo se alejaba poco a poco de mí.